Momentos urbanos suizos
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A la cima del monte Bré llegamos volando.
El gran mirador de Lugano está conectado con la ciudad con un funicular que llega a su destino con extrema facilidad.
Pero ¿por qué se ven destellos blancos en el margen derecho de esta foto?
Son pequeños errores producto de la fotografĂa analĂłgica, bellos fallos que dan la sensaciĂłn de estar contemplando un sueño o un recuerdo.
En la era de la fotografĂa digital, en la que no hay casi lĂmite de fotos que podemos hacer, trabajar con cámaras que usan carrete obliga a los fotĂłgrafos a tomar menos instantáneas. Es lo que hicimos en este viaje. Todas las imágenes que mostramos en esta guĂa están hechas con cámara analĂłgica.
«Tienes menos margen para equivocarte. Te obliga a pensar más antes de hacer la foto», explica LluĂs, el fotĂłgrafo que me acompaña en esta aventura. «Además, sigues contando con la cámara de tu mĂłvil, por si acaso».
Hay un elemento más que contribuye a la belleza de lo analĂłgico. El revelado. Cuando haces la foto, no tienes una pantalla para poder ver el resultado en tiempo real. Toca esperar hasta el final del viaje. EnvĂas los carretes a un laboratorio y en unos pocos dĂas recibes los resultados en un archivo digital. Un ejercicio de paciencia en la era de la impaciencia.



«Yo os recomendarĂa subir a Drei Weieren; son nuestros baños», nos contestĂł un camarero.
Pregunta siempre a un local que te recomiende algo de la ciudad donde estás. Es una regla básica que intento imponerme cuando viajo. Por mucho que investigues de antemano, siempre hay cosas que se te escaparán.
Y allà fuimos. Llegar fue fácil; un paseo breve, seguido de una subida igual de breve en funicular y un camino de 500 metros. Son tres piscinas naturales, una al lado de otra, sobre una colina con vistas a la ciudad. Entremedias, varias casetas se utilizan como vestuarios para los bañistas.
El espacio nunca se desaprovecha. En verano, medio St. Gallen se baña aquĂ. En invierno se usa como pista de patinaje. Y entremedias, la gente saca sus perros a pasear y recorre sus senderos. La naturaleza siempre está a mano en las ciudades suizas.


Viajar es a veces confiar en la amabilidad de los extraños, pero esa amabilidad no suele llegar sola.
Hay que trabajársela, hay que salir a buscarla.
Cuando adquirimos nuestra entrada del Museo de Arte de Winterthur, la recepcionista reconociĂł que hablábamos castellano. Rápidamente entablamos una conversaciĂłn y ella aprovechĂł para practicarlo. PodrĂamos habernos escaqueado lo más rápido posible, pero nos hubiĂ©semos perdido algo, la oportunidad de hablar con alguien autĂłctono con un conocimiento, un bagaje y una historia que puede cambiar el rumbo de tu viaje.
En este caso concreto, la amabilidad del extraño nos recomendĂł entrar en una sala del museo donde los visitantes no suelen pasar. Un espacio de otra Ă©poca que ese dĂa estaba alumbrado por la cálida luz de la mañana, como refleja la foto que abre este texto.
Entre monumentos, museos, paseos y cafĂ©s, a veces se nos olvida que una ciudad es lo que es por sus personas. Solo alcanzarás a conocerlas si estás abierto a ello, si tomas la iniciativa y aprovechas las oportunidades que te va dando cada escenario del viaje. Ser amable y sonreĂr ayuda.


Las terrazas de Morcote te recuerdan constantemente la presencia del lago.
Y por lo que parece, las personas que decidieron ser enterradas aquĂ tampoco querĂan olvidarse de Ă©l.
El cementerio monumental de Morcote muestra el talento de sus habitantes a lo largo de los siglos para generar espacios sublimes con su ingenio y destreza. AquĂ la muerte no es sombrĂa ni triste. Es una celebraciĂłn de la belleza de la vida.


Por mucha intenciĂłn que pongas a una foto, esta siempre te sorprende para bien o para mal.
Para mal cuando no sale cĂłmo te la habĂas imaginado; y para bien cuando sale mejor de lo pensado.
Trabajar con cámara analĂłgica te da estas sorpresas. No puedes ver el resultado en tiempo real. No tienes una pantalla para comprobarlo. Toca esperar al revelado al acabar el viaje. Y toca revivir y recordar escenas como estas de las que te habĂas olvidado. Una nube de vapor flotante sobre un lago tranquilo y un barco blanco de la ‘belle Ă©poque’. Escenas que solo te puedes encontrar en el lago Leman.


Han pasado 30 años desde que un grupo de activistas tomaron el control de esta antigua fábrica y lo convirtieron en el centro de la cultura alternativa de la ciudad.
Desde entonces, ha habido tensiones con las autoridades, pero el proyecto ha conseguido consolidarse.
Un total de 18 asociaciones comparten el espacio, programando mĂşsica en vivo, arte, cine independiente, serigrafia y talleres de trabajo.
L’Usine, junto con Rote Fabrik (Zúrich) y Reitschule (Berna), son los abanderados de la cultura autogestionada en Suiza. Los tres han conseguido apoyo gubernamental sin comprometer su independencia.