Momentos urbanos suizos
0
Prueba ajustar tu búsqueda eligiendo más de una ciudad, eliminando todos los filtros o seleccionando varias experiencias a la vez.
+ momentos


100 segundos para llegar a una de las mejores panorámicas de Zúrich.
Es lo que tarda el funicular Polybahn en llegar a la Polyterrase, una plaza libre de obstáculos para contemplar la ciudad.
Aquí se encuentra también la sede monumental de la Universidad Politécnica de Zúrich (ETH, por sus siglas en alemán). Más de 21 premios Nobel (entre ellos Einstein) han pasado por este centro especializado en ciencias, que está entre las 10 mejores universidades del mundo. Sus graduados son tan codiciados que Google tiene una de sus oficinas más importantes del mundo en Zúrich, donde trabajan más de 2.000 personas.
Hoy, más que nunca, el coronavirus nos ha demostrado que una nación que no invierte en ciencia está condenada al fracaso. Algo que los suizos parecen tener muy claro. ETH cuenta con un presupuesto anual acorde a su importancia: 1.885 millones de francos.


Tomar un café, admirar cuadros del Museo d’Arte della Svizzera Italiana, ver una obra de teatro, escuchar un concierto, asistir a una conferencia…
MASI Lugano es un edificio concebido para integrar todas las artes en un mismo espacio.
Inaugurado en 2014, el edificio se diseñó para integrarse plenamente en la ciudad. No hay apenas barreras entre la calle y el interior. Y el edificio principal se extiende hacia el lago, sujetado por unos pilares que permiten aprovechar el espacio inferior como una plaza pública.
Obra de Ivano Gianola, MASI Lugano es un exponente más de la escuela de arquitectura ticinesa, un movimiento que lleva desde los años 70 ganando prestigio en todo el mundo, abanderado por arquitectos como Mario Botta.
La colección de MASI cuenta con más de 14.000 obras de arte desde finales del siglo XV hasta la actualidad. No solo hay obras de artistas de Ticino, aunque sí constituyen su núcleo principal, sino también de otros artistas artistas suizos o internacionales que han tenido conexiones significativas con el italiano.


A veces, todo lo que necesitas para decidir sentarte en un lugar es un buen letrero de neón.
Lo vimos desde la calle, en el fondo de una galería comercial con aires modernistas, y no dudamos ni un minuto.
Nos acercamos a la entrada para pedir mesa. ¡Oh! Decepción. «Estamos llenos, lo sentimos mucho», nos informó el maitre en nuestra última noche en Berna.
Seguimos nuestro camino con la duda en el cuerpo. ¿Cómo habría sido nuestra experiencia si hubiesen tenido mesa? ¿Habría cambiado el rumbo de nuestro viaje? Una buena pregunta para debatir con Albert Einstein, que un siglo antes desarrolló la teoría de la relatividad en estas calles.
PD: Al día siguiente descubrimos que nuestra intuición no nos había engañado. Es un local muy popular entre los autóctonos, y entre semana tiene un menú del día por 20 francos, un chollo para Suiza.


La Basilea más despreocupada queda para tomar cañas después de un largo día de trabajo en sitios como Werk 8.
Si eso es lo único que te interesa hacer aquí, relájate y disfruta. Pero merece la pena no quedarse solo en la superficie e indagar un poco en la historia de esta zona. El bar restaurante está en la entrada de Gundeldinger Feld, una antigua zona industrial en la que se fabricaban compresores de gas durante el siglo XX, hasta que sus dueños decidieron dejar la ciudad a finales de los años 90.
Tras escuchar la noticia, un grupo de arquitectos locales llamados INSITU decidieron actuar rápido y se hicieron con el terreno. Elaboraron un plan para convertir esta zona en espacios multiusos que pudiesen contribuir al tejido del barrio. El experimento fue un éxito. En los 12.000 metros cuadrados que antes ocupaban antiguas naves hay un rocódromo, una biblioteca, oficinas, talleres de artistas, empresas sociales, ONG y un hostal para jóvenes. La zona es totalmente peatonal.
Los arquitectos que lideraron el proyecto optaron por respetar al máximo los elementos de la fábrica. Aquí las cañas se toman rodeadas de antiguas grúas y contenedores. ¡Prost!



Esta foto fue tomada a las 16:12:20 h, aunque no lo supe hasta más adelante.
Me llevó un rato entenderlo, como a muchos otros transeúntes que se pararon delante de este reloj a la entrada de la estación central de St. Gallen.
En el país que se ha labrado una fama internacional por la precisión de sus relojes, me pareció un buen chiste no poder descifrarlo con facilidad. Pero el objetivo de esta instalación nunca fue poner las cosas fáciles, sino hacernos pensar y ejercitar nuestras dotes de aritmética.
El reloj se presentó en 2018 tras el fin de un proceso de remodelación de la estación de St. Gallen. Una idea presentada por el artista Norbert Möslang, inspirada en el sistema binario, la forma de numeración que rige la computación moderna.
¿Cómo supe entonces la hora en la que fue tomada esta foto? Lo primero que hay que tener en cuenta es que está al revés. La foto fue tomada desde el interior de la estación en lugar del exterior. En el cuadro debajo hemos corregido esto.
Añadimos la serie numérica del sistema binario, clave para descifrar el reloj. 32, 16, 8, 4, 2, 1.

Hora: 16
Minutos: 8+4=12
Segundos: 16+4=20
16:12:20
¡Un despilfarro!
«Ha costado demasiado» (324.000 francos). «¡Es inaceptable!» (el reloj ha tenido varios problemas técnicos), son algunas de las críticas al proyecto que recogió el periódico ‘St. GallerTageblatt’.
Para otros, como el desarrollador Jan Göltenboth, se ha convertido en una pieza imprescindible del paisaje urbano de la ciudad. El programador es el creador de SBBinary, una app que ayuda a descifrar el reloj binario utilizando realidad aumentada.
Personalmente me veo muy reflejado en la tribuna que escribió la periodista local en ‘St. Galler Tageblatt’ para defender el proyecto. «Una obra de arte moderna tiene éxito si sorprende y contiene algo radicalmente nuevo. Todo lo demás se llama decoración (…) ¿Cuál hubiera sido la alternativa? ¿La estación de tren más aburrida de Suiza?».


Si viajas algún día a Lugano, es posible que el Spazio Morel ya no esté aquí.
Este espacio cultural nació con fecha de caducidad. Sus fundadores tomaron el control de este antiguo concesionario en 2012 con el propósito de usarlo hasta 2019, año en que volvería a manos de los propietarios del solar, que buscan demolerlo para construir un edificio nuevo.
Pero en 2020, el Spazio Morel sigue en funcionamiento y todavía no se ha aclarado su futuro. ¿Conseguirán mantenerlo abierto, como ha ocurrido con otros proyectos en Suiza que lo consiguieron después de muchas luchas vecinales?
Entretanto, el espacio se ha consolidado como un referente programando música en directo, exposiciones de arte contemporáneo y espacios de trabajo colaborativos. Un complemento a la cultura oficial que se programa en LAC, el centro de artes del Ayuntamiento, situado a apenas 200 metros.