Hay quien ve en Suiza prados verdes, picos nevados, glaciares y chocolate con leche. Aterrizan en los aeropuertos de Zúrich y Ginebra y se dirigen directamente a las montañas y la naturaleza. Y no es para menos.
Pero hay otra Suiza que merece ser explorada: la Suiza urbanita.
La Suiza que compra Picassos por referéndum. La que transforma fábricas de principios del XX en barrios futuristas. La Suiza del diseño gráfico. La que conserva una de las bibliotecas más antiguas de Occidente.
La Suiza que construye discotecas debajo de viaductos, centros culturales en piscinas vacías y galerías de arte en gasolineras. La de los museos de arte en ciudades pequeñas que albergan colecciones que rivalizan con cualquier capital europea.
La Suiza donde los premios Pritzker de la arquitectura vienen a ser descubiertos. La que acogió a Einstein, Joyce, Borges y los Einstein, Joyce y Borges que todavía nos queda por conocer.
La Suiza que ocupa espacios abandonados y los convierte en centros culturales punteros. La de los lagos y ríos urbanos tan limpios como cualquier cala del Mediterráneo.
La Suiza que conecta ciudades con barcos de vapor de principios del XX y desafía a las grandes cuestas con sus trenes y funiculares.
La de Fischli y Weiss, los artistas pop de los 80 y los 90 que inspiraron tantas imágenes que vemos hoy en Instagram.
Durante 24 días viajamos a nueve ciudades para conocer esta otra Suiza.
De esta aventura nace esta guía de viajes para la era de TikTok, Tinder e Instagram. Una baraja compuesta por más de 150 cartas fotográficas, cada una acompañada de historias.
Marcus Hurst y Lluís Tudela
Los viajeros